sábado, 26 de mayo de 2012

Productos de los humedales


Los humedales generan una gran variedad de productos de plantas, animales y minerales que son utilizados por personas de todo el mundo, ya sean habitantes de comunidades locales rurales como de lejanas ciudades de países extranjeros. Los productos de los humedales van desde los alimentos básicos, como el pescado y el arroz, hasta la madera de construcción, leña, aceite vegetal, sal, plantas medicinales, tallos y hojas para la fabricación de tejidos, y forraje para animales. La intensidad y escala con que se cosechan y emplean esos productos puede ir desde explotación para subsistencia, con una intensidad reducida, hasta explotaciones comerciales intensivas en las que participan empresas multinacionales[1].
El papel de los humedales se vuelve más relevante en cuanto que el 75% de las existencias comerciales de peces y mariscos dependen de los estuarios[2]. Estos mismos ecosistemas costeros dependen a su vez de los humedales de agua dulce que se encuentran en cursos superiores para mantener la calidad del agua y constituir el primer paso de la cadena alimentaria, llegando a ser consumidos por los seres humanos como alimentos marinos. Además, los sistemas de arrecifes de coral ofrecen lugares críticos de incubación y cría para la pesca mundial.


[1] Productos de los Humedales, Gland, Convención de Ramsar, 2009,  p. 1
[2] Ídem.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Reservas de Biodiversidad


Los diferentes tipos de humedales sustentan una gran diversidad de especies de plantas y animales. Algunas especies son endémicas de ciertos humedales, agregando que el número de especies de humedales está disminuyendo más rápidamente que el de otros ecosistemas, debido a la conversión de terrenos y la extracción excesiva de agua. La rica biodiversidad de los humedales también puede traducirse en valor monetario, entendiendo por ejemplo que la actividad pesquera de la cuenca del curso bajo del río Mekong tiene una importancia decisiva para los medios de vida de los 55 millones de personas que viven en la cuenca[1].
Entre los factores que provocan la pérdida de biodiversidad en los humedales se encuentran la modificación del hábitat, el cambio climático, la contaminación, la propagación de especies ‘exóticas’ invasoras y la sobreexplotación de recursos.


[1] Reservorios de Biodiversidad, Gland, Convención de Ramsar, 2009,  p. 2

domingo, 20 de mayo de 2012

La depuración de aguas en números

Entre los diversos ejemplos que existen en cuanto a la depuración del agua por parte de los humedales se encuentra el de la sociedad cooperativa de pescadores de Mudialy. Este colectivo de 300 familias arrienda 70 hectáreas en las que se vierten las aguas residuales de la ciudad, y a través de una serie de procesos naturales de tratamiento, entre los que se encuentra la utilización del Eichhornia crassipes y otras plantas para absorber aceites, grasas y metales pesados, la cooperativa ha transformado la zona en una próspera granja piscícola y parque natural. En el periodo 2005-06, la cooperativa vendió pescado por un valor superior a 135,000 dólares EE.UU. y repartió entre sus miembros beneficios por un valor superior a 55.000 dólares EE.UU.[1]
El valor económico de la función de depuración de los humedales presenta un potencial enorme. En 1997 la ciudad de Nueva York comprobó que podía evitar gastar de 3.000 a 8.000 millones de dólares EE.UU. en nuevas plantas de tratamiento de aguas, con gastos de funcionamiento de 700 millones de dólares anuales, si invertía solo 1,500 millones de dólares en la adquisición de tierras y en medidas de manejo de la conservación con la finalidad de proteger los humedales de la cuenca hidrográfica; los humedales realizarían el trabajo de depurar el suministro público de agua sin costo alguno[2].


[1] Depuración de Aguas, Gland, Convención de Ramsar, 2009,  p. 2
[2] 1997 Watershed New Cork City, University of California, California Dirección URL: http://ice.ucdavis.edu/node/133

miércoles, 16 de mayo de 2012

Los humedales y la depuración de agua


En cuanto a la depuración del agua, los ecosistemas de los humedales bloquean los contaminantes en sus sedimentos, suelos y vegetación, siendo capaces de reducir considerablemente las altas concentraciones de nutrientes, como el nitrógeno y el fósforo, asociados comúnmente a la escorrentía agrícola y los afluentes de aguas residuales. Además pueden evitar que esos mismos nutrientes lleguen a alcanzar niveles tóxicos en las aguas subterráneas que se utilizan para beber. Otro aspecto relevante es que contribuyen a reducir el riesgo de eutrofización de las masas de agua superficial. 
Muchas plantas de humedales presentan la capacidad de eliminar sustancias tóxicas procedentes de plaguicidas, derrames industriales y actividades mineras. Los tejidos de algunas plantas flotantes, especialmente del Eichhornia crassipes (jacinto de agua), la Lemna (lenteja de agua) y el Azolla (helecho de agua) son capaces de absorber y ‘almacenar’ metales pesados, como el hierro y el cobre, contenidos en las aguas residuales. La cantidad de metales pesados absorbidos por las plantas depende de un conjunto de factores como la velocidad del caudal de agua, el tamaño de la superficie de tratamiento, el clima o el tipo de plantas utilizadas, pero en general las concentraciones son mucho mayores en los tallos, hojas y raíces de las plantas que en las aguas residuales que se tratan, lo que muestra claramente la eficacia de la vegetación de los humedales actuando como una especie de biofiltro[1].


[1] Butchart, Stuart, et. al., Los ecosistemas y el bienestar humano: humedales y agua. Informe de Síntesis,  Washington DC, World Resources Institute, 2005,  p. 7

lunes, 14 de mayo de 2012

Destrucción de los humedales a partir de la falta de sedimentos

Cada vez más deltas de todo el planeta presentan problemas debido a que la continua afluencia de sedimentos que recibían en el pasado está siendo bloqueada por las barreras construidas por el hombre, especialmente las presas. Un ejemplo es la construcción de presas aguas arriba y la extracción de agua para el regadío en el río Indo, en Pakistán. En este caso se ha reducido el caudal del rio de tal forma que el volumen de sedimentos que recibía el delta del Indo se ha reducido en un 75%, pasando de 400 millones de toneladas antes de que se realizaran las obras de construcción, hasta sólo 100 millones de toneladas en la actualidad aproximadamente. Como consecuencia de ello, el delta se ha ido erosionando gradualmente, provocando la degradación y la pérdida de manglares y otros ecosistemas de humedales que prestan apoyo a los medios de vida humanos y la biodiversidad[1].
Una consideración necesaria es que la capacidad de los humedales para tratar sedimentos y nutrientes es limitada. Cuando las masas de agua son enriquecidas artificialmente se da lugar a un proceso llamado eutrofización, originado normalmente por la escorrentía de aguas residuales o fertilizantes. Esto provoca crecimientos masivos de algas que impiden que las plantas y animales acuáticos obtengan oxígeno y luz, llegando a destruir el ecosistema original del humedal. Si bien los humedales, tanto naturales como artificiales, pueden contribuir a reducir los efectos de la eutrofización, es básico que se preste una mayor atención al control de la contaminación en el origen.


[1] Shah Amjad, et al., Degradation of Indus Delta Mangroves in Pakistan, International Journal of Geology, Núm, 3, Vol. 1, 2007, p. 29

jueves, 10 de mayo de 2012

Los humedales, la retención y exportación de sedimentos y nutrientes


Los humedales desempeñan un papel fundamental en el reciclado natural de los sedimentos y nutrientes en el medio ambiente, que representa un atributo sumamente benéfico para los medios de vida y el bienestar de las personas, pero que puede dañarse fácilmente por culpa del desarrollo no sustentable. Los humedales, además de permitir que los nutrientes queden ‘bloqueados’ en la vegetación. Cuando el agua de lluvia fluye por el terreno, transporta consigo partículas de sedimento (como arena, limo o arcilla). Los arroyos pequeños se unen y forman ríos, y todos ellos transportan enormes cantidades de sedimentos a lo largo del terreno. Cuando estos ríos llegan a otros humedales, como lagos y pantanos de las llanuras de inundación, la velocidad del caudal de agua disminuye rápidamente. Un canal fluvial estrecho, por el que se traslada el agua con rapidez, cuando llega a la llanura puede extenderse lentamente a través de la superficie de un amplio valle, donde las formaciones vegetales de los humedales, como los lechos de juncáceas o los bosques de la llanura de aluvión, también actúan como barreras físicas que frenan el agua y retienen los sedimentos[1].
Se considera que los humedales son unos de los hábitats más productivos del planeta, entre ellos los bajos de lodo, marismas, cañadas y manglares de estuarios fluviales y deltas, ya que prestan un apoyo decisivo a la pesca y proporcionan alimento a millones de aves acuáticas migratorias.[2] Sin embargo, la existencia de estos humedales depende directamente de un aporte regular de sedimentos. El delta del Ebro, situado al noreste de España, necesita unos 2 millones de metros cúbicos anuales de sedimentos sólo para mantener su estado actual[3].


[1] Retención y exportación de Sedimentos y Nutrientes, Gland, Convención de Ramsar, 2009,  p. 1
[2] Ídem.
[3] Saren Starbridge, A turnaround in water management, WWF, Agosto 2004.

martes, 1 de mayo de 2012

Estabilización de costas y protección contra tormentas


En todo el mundo se calcula que hay 200 millones de personas que viven en regiones costeras bajas con riesgos potenciales de sufrir inundaciones catastróficas. Debido a que el nivel del mar continúa subiendo y el cambio climático mundial provoca condiciones meteorológicas cada vez más turbulentas, la vulnerabilidad de esas comunidades es mayor con el paso de los años, igual que la presión que sufren por ello los presupuestos de protección civil y planificación de emergencias. Al respecto, los humedales costeros, como los arrecifes, manglares y marismas, actúan como las primeras líneas de defensa contra la posibilidad de devastación. Las raíces de las plantas de los humedales se entrelazan entre sí y proporcionan cohesión a la costa, otorgándole resistencia contra la erosión eólica y marina y funcionando como una barrera física que frena el embate de las mareas de tempestad y los maremotos, haciendo que disminuya su altura y poder destructivo.
En el Caribe, por ejemplo, existen estimaciones sobre que los servicios de protección de las costas que ofrecen los arrecifes de coral presentan un valor de hasta 2,200 millones de dólares EE.UU. anuales. Otra evaluación, realizada en el año 2005, sobre 200 hectáreas del ecosistema de manglar de Rekawa, en Sri Lanka, se descubrió que el valor económico total ascendía a unos 217,600 dólares EE.UU. anuales, de los cuales 60,000 dólares correspondían al control de la erosión y la amortiguación del daño producido por las tormentas[1].
En cuanto a la función que desempeñan los humedales costeros para atenuar la dureza de los impactos de los huracanes, en Estados Unidos se descubrió que los humedales prestaban servicios de protección contra tormentas por un valor estimado de 23,200 millones de dólares EE.UU anuales. Además, se consideró en el mismo estudio que la conversión o pérdida de una hectárea de humedal costero suponía la pérdida de servicios de los ecosistemas por un valor en promedio de 33,000 dólares EE.UU. anuales[2].


[1] Conservation International, Economic Values of Coral Reefs, Mangroves, and Seagrasses: A global Compilation, Center for Applied Biodiversity Science, Conservation International, Arlington, 2008, p. 1-3
[2] Ibid, p. 24.

martes, 17 de abril de 2012

Los humedales, las aguas subterráneas y el ser humano


También es fundamental comprender que las aguas subterráneas y los humedales se encuentran en una relación de interdependencia, donde la extracción no sustentable del agua subterránea para el consumo humano representa una amenaza para la existencia de algunos humedales, poniendo a su vez en peligro a las comunidades que dependen de esa agua para su consumo doméstico diario. La extracción mundial de agua subterránea creció de un nivel básico de entre 100 y 150 km3 en 1950, a una extracción de entre 950 y 1.000 km3 para el año 2000[1]. La mayor parte de este crecimiento se debió al aumento de la agricultura de regadío, en especial en Bangladesh, China, Estados Unidos, India, Irán y Pakistán, que en conjunto representan más del 80% del consumo mundial de agua subterránea. Este rápido crecimiento en la amplitud y volumen de la extracción de agua subterránea para el regadío ha tenido impactos negativos en los humedales, que en algunos casos ha dado lugar a efectos económicos negativos[2].
A escala mundial, los déficits de agua subterránea representan en la actualidad problemas importantes en muchos países como China, India, Estados Unidos y la Península Arábiga, aumentando la preocupación sobre los suministros de agua potable, la seguridad alimentaria, y el bienestar de los ecosistemas de humedales y los medios de sustento de las personas, plantas y animales que dependen de ellos.


[1]Ing-Marie Gren, et. al., Economic values of Danube floodplains, Journal of Environmental Management, Volumen 45, Diciembre 1995, p. 33
[2]Rashid Hassan, et. al., Ecosystem and Human Well-being: Current State & Trends ,  Washington DC, World Resources Institute, 2005, p. 557

sábado, 14 de abril de 2012

Los humedales y la reposición de aguas subterráneas


En primer lugar es relevante reconocer que los términos nivel freático, aguas subterráneas y acuífero son utilizados para describir el agua contenida en el suelo y las rocas por debajo del nivel del terreno. Entender las diferencias entre ellos permite mostrar la forma en que el agua que es posible observar en la superficie de los humedales se encuentra vinculada inherentemente a los procesos dados bajo la superficie. Estos procesos afectan potencialmente la vida y los medios de sustento de miles de millones de personas de todo el planeta, volviendo latente la importancia de la preservación. Los acuíferos se pueden considerar como “vastos repositorios naturales donde se almacena agua subterránea. El agua subterránea contenida en los acuíferos representa el 95% del agua dulce disponible en el planeta y es la fuente de agua potable de casi un tercio de la población mundial”[1]. Sólo en Asia, más de mil millones de personas dependen del agua subterránea para obtener el agua que consumen, y se calcula que en Europa el 65% del suministro público de agua proviene de fuentes subterráneas[2].


[1] Reposición de Aguas Subterráneas, Gland, Convención de Ramsar, 2009,  p. 1
[2] Ídem.

martes, 3 de abril de 2012

El valor de los humedales en cuanto a control de inundaciones


Estudios diversos han intentado calcular el valor económico del control natural de las inundaciones que efectúan los humedales. En general estos estudios se basan en el cálculo de los costos de construcción y mantenimiento de las estructuras que sería necesario construir en caso de que el humedal fuera destruido. Una evaluación de los beneficios económicos del sitio Ramsar de 1,150 hectáreas de los pantanos de Insh, en Escocia, calculó que el costo de construir defensas capaces de sustituir las funciones del humedal en contra de la elevación del nivel del agua llegaría a ser de varios millones de libras[1]. Otro ejemplo se da en 1995, cuando se determinó que el valor económico anual de las llanuras inundables del rio Danubio, incluyendo la función de mitigación de inundaciones, era de aproximadamente 650 millones de euros[2].


[1] Control de Inundaciones, Gland, Convención de Ramsar, 2009,  p. 2
[2] Ing-Marie Gren, et. Al., Economic values of Danube floodplains, Journal of Environmental Management, Volumen 45, Diciembre 1995, p. 333

Ejemplos del Control de Inundaciones


Para poder observar de manera más concreta este control de inundaciones, existen una cantidad muy importante de ejemplos. En 1982 una presa de tierra dentro del Parque Nacional de las Montañas Rocosas, en los Estados Unidos, colapsó, liberando casi un millón de metros cúbicos de agua. La gran cantidad de agua arrastro todo lo que se encontraba a su paso hasta que llego al valle de Fall River en el parque de Horseshoe. En esa zona los humedales adyacentes al río frenaron la ola de la crecida, donde las aguas se pudieron extender a lo largo de la amplia llanura de inundación. La onda, que paso de ser una ola de diez a tres metros gracias al ecosistema de los humedales, fue finalmente frenada por otra presa que se encuentra aguas abajo. El desastre se resulto en la pérdida de cuatro vidas, provocando daños por valor de más de 30 millones de dólares EE.UU., que en todo caso habrían sido mayores si no fuera por el papel que llevo a cabo el ecosistema[1].


[1] Wetlands: Protecting Life and Property from Flooding, Parque Nacional de las Montañas Rocosas, EPA, p. 2

domingo, 25 de marzo de 2012

Los humedales y el control de inundaciones


Existen diferentes tipos de humedales que desempeñan un importante papel en el control de las inundaciones en distintas situaciones. Uno de estos casos se da en las zonas altas de algunas cuencas hidrográficas, donde las turberas y los pastizales húmedos actúan como esponjas al absorber el agua de la lluvia, permitiendo que se filtre de una manera más lenta en el suelo, reduciendo así la velocidad y el volumen de escorrentía que entra en los arroyos y ríos. Esto resulta en que los niveles de agua en los canales más amplios, aguas abajo, también aumenten de tamaño más lentamente, con lo que se vuelve menos probable que las vidas humanas y los medios de sustento resulten afectados por repentinas inundaciones destructivas.
            Se considera que en los últimos 100 años aproximadamente se han drenado zonas extensas de las llanuras de inundación y se han separado de los ríos que las inundaban mediante diques artificiales, como son bancales, terraplenes, barreras o lomas[1]. Por tanto, el agua que solía extenderse lentamente y de forma relativamente poco profunda a lo largo de amplias llanuras inundables se concentra necesariamente en zonas cada vez más reducidas. El resultado de modificar el ecosistema ha dado lugar a que las inundaciones sean más intensas, siendo mayores las probabilidades de causar impactos dañinos o incluso catastróficos.


[1]Butchart, Stuart, et. al., Los ecosistemas y el bienestar humano: humedales y agua. Informe de Síntesis,  Washington DC, World Resources Institute, 2005,

domingo, 18 de marzo de 2012

Obligaciones de las Partes Contratantes de la Convención


El tratado prevé cuatro compromisos principales que las Partes Contratantes asumen al adherirse.
La primera obligación de cada Parte Contratante es designar en el momento de la adhesión por lo menos un sitio para ser incluido en la Lista de Humedales de Importancia Internacional y promover su conservación. “La selección de los humedales que se incluyan en la Lista deberá basarse en su importancia internacional en términos ecológicos, botánicos, zoológicos, limnológicos o hidrológicos.”[1]. Las Partes Contratantes han elaborado criterios y lineamientos específicos para identificar sitios que cumplen los requisitos para ser inscritos en la Lista de Ramsar. Además, cada Parte se ha comprometido a tomar “las medidas necesarias para informarse lo antes posible acerca de las modificaciones de las condiciones ecológicas de los humedales en su territorio e incluidos en la Lista, y que se hayan producido o puedan producirse como consecuencia del desarrollo tecnológico, de la contaminación o de cualquier otra intervención del hombre. Las informaciones sobre dichas modificaciones se transmitirán sin demora”[2] a la Secretaría de Ramsar.
Las Partes Contratantes tienen también el deber general de incluir las cuestiones relativas a la conservación de los humedales en sus planes nacionales de uso del suelo. Se comprometen a elaborar y aplicar su planificación de forma que favorezca, en la medida de lo posible, “el uso racional de los humedales de su territorio”[3]. La Conferencia de las Partes Contratantes ha aprobado lineamientos sobre cómo lograr el uso racional, que es definido como "el mantenimiento de sus características ecológicas, logrado mediante la implementación de enfoques por ecosistemas, dentro del contexto del desarrollo sostenible"[4]. La COP ha adoptado también orientaciones detalladas sobre la formulación de Políticas Nacionales de Humedales y la planificación del manejo de humedales específicos.
Otro aspecto relevante es el establecimiento de reservas de naturaleza en humedales, estén o no inscritos en la Lista de Ramsar, en donde se espera se promueva la capacitación en materia de estudio, manejo y custodia de los humedales. También se ha convenido el sostener consultas con otras Partes Contratantes sobre la aplicación de la Convención, especialmente en los casos donde existen humedales transfronterizos, sistemas hídricos compartidos y especies compartidas.



[1] Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, Especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas, Ramsar, 1971,, Artículo 2.2
[2] Ibíd., Articulo 3.2
[3] Ibíd.., Articulo 3.1
[4] El concepto Ramsar de “uso racional”, Gland, Convención de Ramsar,  p. 1

viernes, 16 de marzo de 2012

Más sobre la Convención de Ramsar

El mensaje central de Ramsar es la necesidad de usar todos los humedales de forma sustentable, pero a pesar de ello lo más relevante de la Convención es la Lista de Humedales de Importancia Internacional, o Lista de Ramsar, en la que hasta ahora se han designado 1,967 humedales con una superficie de más de 190 millones de hectáreas para incluirlas en la lista y protección especial como ‘sitios Ramsar’.
La misión de la Convención de Ramsar, adoptada por las Partes en 1999 y revisada en 2002 es “la conservación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales, regionales y nacionales y gracias a la cooperación internacional, como contribución al logro de un desarrollo sostenible en todo el mundo”[1]. Los países que se adhieren a la Convención de Ramsar se vuelven parte de un esfuerzo internacional encaminado a garantizar la conservación y el uso racional de los humedales.
Se debe considerar que  la Convención de Ramsar no representa un régimen reglamentario ni prevé sanciones por el incumplimiento del tratado o de los compromisos derivados del mismo. Su estructura se basa en la expectativa de una transparente responsabilidad común y equitativamente repartida. En el caso de  algunas jurisdicciones las obligaciones pactadas de acuerdo a Ramsar se han incorporado al derecho y a las políticas internas que tienen efectos en sus sistemas judiciales, haciendo notable como incluso llega a modificar las legislaciones internas respecto a la materia. 


[1] ¿Qué es la Convención de Ramsar sobre los Humedales?, Gland, Convención de Ramsar,  p. 1

domingo, 11 de marzo de 2012

La Convención Ramsar


La Convención sobre los Humedales es un tratado intergubernamental aprobado el 2 de febrero  de 1971 en la localidad iraní de Ramsar, situada a orillas del Mar Caspio. La Convención ha pasado a conocerse comúnmente como la Convención de Ramsar. Ramsar es el primero de los tratados modernos de carácter intergubernamental sobre conservación y uso sostenible de los recursos naturales, pero en comparación con los más recientes, sus disposiciones son relativamente sencillas y generales. Con los años la Conferencia de las Partes Contratantes ha desarrollado e interpretado los principios básicos del texto del tratado y ha conseguido que la labor de la Convención se mantenga a la par de la evolución de las percepciones, prioridades y tendencias del pensamiento ambiental[1]
El nombre oficial del tratado, Convención relativa a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas, refleja que en principio se concentraba en la conservación y el uso racional de los humedales sobre todo como hábitat de aves, sin embargo, con los años la Convención ha ampliado su ámbito de aplicación hasta abarcar la conservación y el uso racional de los humedales en todos sus aspectos, reconociendo que los humedales son extremadamente importantes para la conservación de la biodiversidad y el bienestar de las comunidades humanas. La Convención entró en vigor en 1975 y en la actualidad cuenta con 160 Partes Contratantes, o Estados miembros, de todo el mundo.


[1] Convención Ramsar, ¿Qué es la Convención de Ramsar sobre los Humedales?, Gland, Convención de Ramsar,  p. 1

viernes, 9 de marzo de 2012

Acercamiento al concepto de Seguridad Nacional


El concepto de seguridad nacional presenta en la actualidad una serie de problemas ya que es incapaz de responder a la realidad interna e internacional actual. La existencia de nuevos actores dan lugar a que la concepción tradicional de la seguridad nacional, enfocada hacia la el aspecto militar principalmente, sea insuficiente en un mundo donde la cuestión económica toma preeminencia día a día. Por ello me parece relevante retomar la definición otorgada por Robert Mandel que afirma que la “Seguridad nacional implica la búsqueda de seguridad física y psicológica, que es en mayor medida responsabilidad de los gobiernos nacionales, para prevenir que amenazas directas, principalmente del exterior, pongan en peligro la supervivencia de éstos regímenes, su ciudadanía o su forma de vida”[1].
Ésta definición, al referirse a la supervivencia de los regímenes, su ciudadanía o su forma de vida, en conjunción con los términos de seguridad física y psicológica, da a entender que no sólo se debe enfocar en una seguridad simplemente militar, sino que involucra factores tanto económicos, como políticos, sociales e incluso culturales. Al respecto Cathryn L. Thorup hace ciertas acotaciones que sirven para complementar la definición presentada anteriormente. En primer lugar habla que la “seguridad nacional debe ser específica para cada país, en la medida en que debe de reflejar los diferentes intereses nacionales”[2]. Además precisa que, “ante la existencia de amenazas no simplemente externas sino también internas, deben de tomarse en cuenta las condiciones económicas y sociales de un país para la definición de la misma (seguridad nacional)”[3].
Entendiendo entonces que la seguridad nacional debe de ser definida a partir de diferentes factores, que además responden a amenazas internas y externas y donde se deben de tomar en cuenta las condiciones de cada país de manera específica; los ecosistemas de los humedales y la preservación de los mismos, desde mi punto de vista se vuelve un aspecto que necesariamente debe de ser considerado como tema de seguridad nacional a partir de un estudio mucho más específico de los beneficios que otorgan estos ecosistemas a la población en general.


[1] Robert Mandel, The changing face of national security. A conceptual analysis, Greenwood Press, Londres, 1989, p. 21.
[2] Cathryn L. Thorup, “La formulación de la agenda de seguridad nacional para la década de los noventa; el dilema de la redefinición”, en En busca de la seguridad perdida. Aproximaciones a la seguridad nacional mexicana, Sergio Aguayo Quezada y Bruce Michael Bagley (compiladores), segunda edición, Siglo XXI editores, México, 2002, p. 97.
[3] Idem.

domingo, 4 de marzo de 2012

¿Seguridad Nacional?


Los humedales llevan a cabo diferentes funciones que pueden ser traducidas en beneficios más concretos para la población. Estos son: almacenamiento de agua; protección contra tormentas y mitigación de inundaciones; estabilización del litoral y control de la erosión; recarga de acuíferos; descarga de acuíferos; purificación de las aguas mediante la retención de nutrientes, sedimentos y contaminantes, y estabilización de las condiciones climáticas locales (principalmente la precipitación y la temperatura). En cuanto a beneficios económicos y sociales se encuentra el abastecimiento de agua, la pesca (permitida por el buen estado de este ecosistema), la agricultura (gracias al mantenimiento de las capas freáticas y a la retención de nutrientes en las llanuras inundables), producción de madera, recursos de vida silvestre y posibilidades recreativas y de turismo.
Al considerar los beneficios sociales y económicos que presenta la preservación de este ecosistema es observable que éstos superan a los obtenidos por la destrucción de los humedales, y que en conjunción a la exacerbación de los problemas ambientales existentes a causa de problemas como el cambio climático y la sobreexplotación de recursos, temas como éste pueden y deben de ser considerados como cuestiones de seguridad nacional.

domingo, 26 de febrero de 2012

Algunas cifras


En realidad no se ha definido exactamente qué porcentaje de la superficie terrestre representan los humedales, pero según estimaciones del PNUMA-Centro Mundial de Monitoreo de la Conservación representa unos 570 millones de hectáreas, o 5,7 millones de km. Esto es aproximadamente el 6% de la superficie de la Tierra, de los cuales 2% son lagos, 30% turberas arbustivas o abiertas, 26% turberas de gramíneas o carrizo, 20% pantanos y 15% llanuras aluviales[1]. Al respecto Mitsch y Gosselink[2] afirman que oscila entre 4% y 6% de la superficie de la Tierra, reconociendo que los manglares cubren unos 240.000 km2 de zonas costeras y se estima que quedan unos 600.000 km2 de arrecifes de coral en el mundo. En general los distintos humedales llevan a cabo una serie de servicios diferentes de acuerdo a su clase, tamaño y ubicación, pero a pesar de ello existen estudios que permiten reconocer, por ejemplo, que la importancia económica de los humedales representa unos 15 billones de dólares estadounidenses, esto en 1997[3].




[1] ¿Qué son los humedales?, Gland, Convención de Ramsar,  p. 1
[2]William Mitsch, James Gosselink, The value of wetlands: importance of scale and landscape setting, Ecological Economics, Volumen 35, 2000, p. 15

[3] Robert Costanza, et al., The value of the world’s ecosystem services and natural capital,  Nature, Vol. 387, 15 de mayo de 1997, p 256.