También es
fundamental comprender que las aguas subterráneas y los humedales se encuentran
en una relación de interdependencia, donde la extracción no sustentable del agua
subterránea para el consumo humano representa una amenaza para la existencia de
algunos humedales, poniendo a su vez en peligro a las comunidades que dependen
de esa agua para su consumo doméstico diario. La extracción mundial de agua
subterránea creció de un nivel básico de entre 100 y 150 km3 en 1950, a una extracción de
entre 950 y 1.000 km3 para el año 2000[1]. La
mayor parte de este crecimiento se debió al aumento de la agricultura de
regadío, en especial en Bangladesh, China, Estados Unidos, India, Irán y Pakistán,
que en conjunto representan más del 80% del consumo mundial de agua
subterránea. Este rápido crecimiento en la amplitud y volumen de la extracción
de agua subterránea para el regadío ha tenido impactos negativos en los
humedales, que en algunos casos ha dado lugar a efectos económicos negativos[2].
A escala mundial, los déficits de agua subterránea representan en la
actualidad problemas importantes en muchos países como China, India, Estados
Unidos y la
Península Arábiga, aumentando la preocupación sobre los suministros
de agua potable, la seguridad alimentaria, y el bienestar de los ecosistemas de
humedales y los medios de sustento de las personas, plantas y animales que
dependen de ellos.