Para poder observar
de manera más concreta este control de inundaciones, existen una cantidad muy
importante de ejemplos. En 1982 una presa de tierra dentro del Parque Nacional
de las Montañas Rocosas, en los Estados Unidos, colapsó, liberando casi un
millón de metros cúbicos de agua. La gran cantidad de agua arrastro todo lo que
se encontraba a su paso hasta que llego al valle de Fall River en el parque de Horseshoe.
En esa zona los humedales adyacentes al río frenaron la ola de la crecida, donde
las aguas se pudieron extender a lo largo de la amplia llanura de inundación.
La onda, que paso de ser una ola de diez a tres metros gracias al ecosistema de
los humedales, fue finalmente frenada por otra presa que se encuentra aguas abajo.
El desastre se resulto en la pérdida de cuatro vidas, provocando daños por
valor de más de 30 millones de dólares EE.UU., que en todo caso habrían sido
mayores si no fuera por el papel que llevo a cabo el ecosistema[1].
[1] Wetlands: Protecting Life
and Property from Flooding, Parque Nacional de las
Montañas Rocosas, EPA, p. 2
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